domingo, 30 de junio de 2013

Las paredes que esconden tus recuerdos.

No recuerdo cuánto hace que no dejaba pasar las horas escuchándola Fuga, ni cuánto hace que no me sentía así. Creo que me estoy acostumbrando a la inestabilidad y dudo que eso sea algo bueno.

Recuerdo noches idénticas a esta, sonando la misma canción, con el mismo calor agobiante, llevando la misma camiseta tres tallas más grandes, fumando la misma marca de tabaco; pero un año atrás, cuando mi mundo era poco menos que caótico. Eran otros ojos los que me observaban desde el interior de mi cabeza, y otras palabras las que borraba sin llegar a enviar. Otro balcón desde el que miraba la Luna esperando que algo cambiara. Y ahora que todo cambia estoy como un gato callejero, a la espera de que alguien venga a atacarme, siempre en tensión, sin poder disfrutar de la libertad. Es como la calma que precede a la tempestad pero sin tempestad. Y sin calma. Sólo un día a día corriente y moliente sin más altibajos que la elección del bar para las cervezas nocturnas o el transporte para ir al concierto del pueblo de al lado.

Realmente ese es el problema, que no respiraré en paz hasta que pueda cantarle a las estrellas cada noche desde una ventana distinta.


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