miércoles, 28 de diciembre de 2011

Esta es la historia de un grupo de amigos corrientes y molientes.

Hay días y días, horas y horas, minutos y minutos. Y segundos; muchos segundos. Esta historia va de días de fiesta, de reuniones con gente a la que prácticamente no le importas, de segundos que se hacen eternos y de minutos que parecen horas. Pero también de amigos, sobretodo de amigos. Amigos que te quieren, amigos que te odian. Pero de los amigos que te odian no vale la pena hablar, mejor hablar de los amigos que te quieren. Son esas personas tan difíciles de encontrar en los tiempos de hipocresía y falsedad que corren, esas personas que cuando tienes un problema te ayudan y que te dicen que te quieren de forma espontánea, sin que nada ni nadie les obligue.
Los protagonistas de dicha historia son, como ya he mencionado, amigos. Un grupo de amigos corriente y moliente, con todas sus vidas por delante, independientemente de que las acaben pasando juntos o cada uno por su parte. Estos amigos se ríen y se pelean, se quieren e incluso en ocasiones se odian, pero sobretodo se aprecian y se toleran mutuamente. Se respetan.
Como toda buena historia, esta ha de contener un lugar. El lugar es el mismo universo; allá dónde se pueda llegar. Allá dónde se quiera llegar. Donde lleve la vida misma.
Y para finalizar, está la historia misma, narración a medias, pues sus vidas aún son jóvenes; les queda mucho por vivir, mucho por disfrutar y sufrir. Mucho por pasar.
Esta es la historia de un grupo de amigos corrientes y molientes, con todas sus vidas por delante. Una historia, de momento, sin fín.