sábado, 20 de junio de 2015

2015

Y una vez más, el tiempo se acaba.

Gracias por las charlas en las escaleras, por las tostadas entre práctica y práctica, por la ruta de los lunes, por los cafés de dos o tres horas, por las bravas del conservatorio, por las eternas partidas de cartas en el césped, por colarnos en delegación de alumnos con petas y Coca-Colas a echar la tarde, por las siestas en La Casa del Alumno, por las noches de estudio hasta las tantas de la madrugada volviendo a casa con las ventanillas del coche bajadas y cantando a pleno pulmón, por los piques jugando al billar, por el cigarro de antes de entrar a clase y luego no entrar.

Gracias por los "silencio que tenemos a la local aparcada detrás", por estar volviendo a casa y recoger a desconocidos, por aquello de "no es una noche de fiesta si no te encuentras con gente de Caminos", por sólo conocer a la gente de la facultad que fuma, por los capítulos de Futurama cuando no podemos dormir, por conocer todos a los amigos de todos hasta el punto de llamarlos amigos nosotros también.

Gracias por los domingos yendo a ver el partido de fútbol al bar y que no hayan penaltis, por emocionarnos tanto hablando que se nos calienten las cervezas, por las charlas a las dos de la mañana teniendo que madrugar al día siguiente, por los apodos para nada ofensivos, por los "¿en qué casa dormimos hoy?", por las fotos de borrachera, por las noches escuchando Estopa, por los desayunos en el McAuto, por los debates seriéfilos, por los "hoy no salgo" que siempre son los mejores.

Gracias por tus despertares, por llegar a casa y tener ya la película para esa noche preparada, por los submarinos en el coche, por las no-películas, por los paseos por el Carmen, por las tardes de rebajas, por las mañanas haciendo los test de Facebook de a ver quién se casará antes, por los "os tenéis que marchar que en media hora vienen mis padres y no os pueden ver a todos aquí", por los vestidos de dama de honor, por los "vístete, te recojo en 20 minutos" totalmente improvisados.

Gracias por la noche en el karaoke cantando La madre de José, por aquel primer domingo de cervezas, por las Fiestas de Caminos, por la fiesta de fin de exámenes de enero, por la fiesta en el chalet de Cheste, por las mejores fallas de la historia, por el viña, por el "Tati, ¿podemos dormir en tu casa? Nos hemos quedado tirados" y acabar de rave, por Las fiestas del cine, por la Fira Alternativa, por las tardes en el Provenzal, por el cumple conjunto sin apenas conocernos, por la torrà donde empezamos a conocernos.

Gracias por los exámenes a las 8 de la mañana y tener que llamarme a modo de despertador, por conocer mis debilidades y mis virtudes, por saber cuándo hablarme y cuándo no, por echarme la bronca cuando me lo merezco, por conocernos hasta tal punto que podemos hablar del pasado de los otros como si lo hubiéramos vivido, por tener que enseñarnos fotos cada vez que vayamos a quedar con alguien esperando la aprobación, por la confianza.

Gracias, porque Valencia es más pequeña de lo que parece, porque el mundo es un jodido pañuelo y porque dos meses no son nada.


martes, 3 de febrero de 2015

Hay un paraíso en cada cielo y un Dios en cada hombre.

"La primera vez que leí a Emma Goldman no fue en un libro; tenía dieciséis años y hacía autostop por la frontera de Nevada.
Había una leyenda pintada en un muro, en rojo. Cuando vi aquellas palabras fue como si alguien me las hubiera arrancado de dentro de la cabeza:
<<El anarquismo defiende la liberación de la mente humana ante el dominio de la religión, la liberación del cuerpo humano ante el dominio de la religión, la liberación del cuerpo humano ante el dominio de la propiedad, la liberación ante los grilletes y las ataduras del gobierno; defiende el orden social basado en la libre agrupación de los individuos>>.
El concepto era puro, simple, verdadero. Me inspiró. Azuzó un fuego de rebeldía pero, al final, aprendí la lección que Goldman, Proudhon y los demás aprendieron: que la verdadera libertad exige sacrificios y sufrimientos. La mayoría de los seres humanos sólo creen que quiere la libertad, pero la verdad es que anhelan la comunión del orden social, las leyes rígidas, el materialismo. La única libertad que quiere realmente el hombre es la libertad de sentirse cómodo".