viernes, 6 de enero de 2012
No deberíais dejarme suelta a estas horas y con la mente llena de fantasías, soy peligrosa.
Nunca he tenido miedo a las alturas. Tampoco miedo a la oscuridad. Y mucho menos miedo a quedarme encerrada.
El tiempo pasa rápido, asombrosamente rápido, ¿por qué perder aunque sea un poco de ese valioso tiempo asustándonos por cosas a las cuales no tendríamos nada que temer? Pero así es como somos, tal vez un defecto en nuestro casi perfecto ADN, quién sabe.
Dicho miedo, a veces con causa, otras veces sin ella, nos hace dudar de quiénes somos realmente o de cómo somos. Nos hace dudar de nuestra identidad.
Pero, ¿y la valentía?, esos actos alocados que se hacen sin miedo alguno, a pesar de que puedan llegar a ser más peligrosos que aquellos a los que teníamos miedo, ¿por qué en estas ocasiones no sentimos ese miedo irracional?
El tiempo pasa rápido, asombrosamente rápido, ¿por qué perder aunque sea un poco de ese valioso tiempo asustándonos por cosas a las cuales no tendríamos nada que temer? Pero así es como somos, tal vez un defecto en nuestro casi perfecto ADN, quién sabe.
Dicho miedo, a veces con causa, otras veces sin ella, nos hace dudar de quiénes somos realmente o de cómo somos. Nos hace dudar de nuestra identidad.
Pero, ¿y la valentía?, esos actos alocados que se hacen sin miedo alguno, a pesar de que puedan llegar a ser más peligrosos que aquellos a los que teníamos miedo, ¿por qué en estas ocasiones no sentimos ese miedo irracional?
jueves, 5 de enero de 2012
Rutina, solo rutina.
Llega a su fín la época más consumista del año, obteniendo con ésto la vuelta a la rutina de las clases: madruga, atiende, escribe, dibuja, estudia y duerme las horas que puedas.
Café en vena, tardes de biblioteca y estrés.
Café en vena, tardes de biblioteca y estrés.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)