Perdiendo trenes acabamos los de siempre: los tardones, los de las excusas, los que siempre llegan últimos y se marchan primeros. Y es que somos animales que siempre vuelven pese a la tormenta, que tropezamos dos, tres e incluso cuatro veces con la misma piedra; y cabezotas, somos más tercos que una mula. Que nos rompemos demasiado la cabeza para obtener finales que, ni de lejos, serán perfectos, y mucho menos nos servirán para algo. Porque la vida tiene un precio demasiado alto si la disfrutas mal; pero, al fin y al cabo, qué más da.
Pobre del que pretenda decir que somos sanos.
lunes, 14 de octubre de 2013
Acción, reacción, repercusión.
lunes, 7 de octubre de 2013
El problema ve
quan no saps de qui és el problema, si dels demés o teu. I et ratlles. T’afones
en la pura misèria perquè inevitablement penses que tot és culpa teva. Plores
pels cantons. I a l’estona t’ompli la grandesa i et sens el propi món. Que
ningú t’afone, qui tinga cap mena de problema amb tu que es foti, que tu
pots amb això i més. Però en el fons saps que no és cert, que la culpa és teva,
que tantes persones no poden estar enganyades. Et passes el dia mirant la
pantalla del telèfon mòbil esperant respostes, esperant quelcom que mai
apareix. Una minúscula esperança que faça sonar el “bip” característic de quan
tens una notificació al mòbil o qualsevol altra estupidesa que tingues de so,
no importa. La qüestió és que esperes una cosa que no arriba. I perds la
paciència. La perds amb cada notificació de les rebaixes de Venca, i fins i tot amb
la notificació del professor de Dibuix Arquitectònic dient que canvia l’hora de
la classe de dijous per endarrerir-la i que ens alcem més tard, 30 minuts més d’una
son que fa molt de temps que has perdut, canviada per nits senceres amb la
música a les orelles i mirant un sostre blanc immaculat però sense vore'l; la
teva ment està més enllà de les parets d’aquella habitació, d’aquell pis de
mala mort. Durant aqueixes hores vagues més enllà dels carrers de Benimaclet,
estàs corrent per l’Alameda sota uns núvols grisos de pluja que mai deixen
caure res. I la gent dorm, llig, riu, beu, balla, folla. I tu corres per l’Alameda.
viernes, 4 de octubre de 2013
La verdad sobre el caso Harry Quebert - Joel Dicker
"-Señoras y señores, todos andamos muy revueltos por lo que
está pasando en Washington, ¿verdad? El caso Lewinsky… Sepan que desde George
Washington, en toda la historia de los Estados Unidos de América han existido
dos causas para poner fin a un mandato presidencial: ser un destacado rufián
como Richard Nixon, o morir. Y, hasta hoy, nueve presidentes han visto interrumpido
su mandato por una de estas dos razones: Nixon dimitió y los ocho restantes se
murieron, la mitad de ellos asesinados. Pero he aquí que a esta lista podría
añadírsele una tercera causa: la felación. La relación bucal, el francés, el
chupa chupa, la mamada. Y cada uno de nosotros debe preguntarse si nuestro
poderoso Presidente, cuando tiene el pantalón bajado hasta las rodillas sigue
siendo nuestro poderoso Presidente. Porque eso es lo que apasiona a América:
las historias de sexo, las historias de moral. América es el paraíso de la
pilila. Y ya verán ustedes, de aquí a unos años nadie recordará que el señor
Clinton levantó nuestra desastrosa economía, gobernó de forma experta con una
mayoría republicana en el Senado o hizo que Rabin y Arafat se estrecharan la
mano. En cambio, todo el mundo recordará el caso Lewinsky, porque las mamadas,
señoras y señores, permanecen grabadas en la memoria. Bueno, a nuestro
Presidente le gusta que le purguen de vez en cuando. ¿Y qué? Seguramente no es
el único. ¿A quién de esta sala también le gusta? (…) Levántese, mi joven
amigo. Levántese para que le vean bien y dígame en qué está pensando.
-Me gustan mucho las mamadas, señor. Me llamo Marcus Goldman
y me gusta que me la chupen. Como a nuestro querido Presidente. (…)
-Díganos, joven: ¿le gusta que se la chupen los chicos o las
chicas?
-Las chicas, profesor Quebert. Soy un buen heterosexual y un
buen americano. Dios bendiga a nuestro Presidente, al sexo y a América. (…)
-Ya ven, a partir de ahora nadie mirará a este pobre chico
de la misma forma. Todo el mundo pensará: ése es el cerdo asqueroso al que le
gustan las mamadas. Y poco importarán sus talentos, poco importarán sus
cualidades, será para siempre <<Señor Mamada>> (…). Señor Mamada,
¿podría explicarnos ahora por qué ha realizado tales confidencias mientras sus
compañeros han tenido el buen gusto de callarse?
-Porque en el paraíso de la pilila, profesor Quebert, el
sexo puede hundirte, pero también propulsarte hasta la cima. Y ahora que todo
el auditorio tiene puestos sus ojos en mí, tengo el placer de informarles que
escribo cuentos muy buenos que se publican en la revista de la universidad, que
venderé a la salida de clase por cinco dólares de nada el ejemplar. (…)
-¿Cuántos ha vendido?
-Todos los que tenía, cincuenta ejemplares. Y me han
encargado un centenar pagados por adelantado. Los he pagado a dos dólares cada
uno y los he vendido a cinco. Así que acabo de ganar cuatrocientos cincuenta
dólares. Sin contar con que uno de los miembros del consejo de redacción de la
revista acaba de proponerme que me convierta en redactor jefe. Dice que acabo
de dar un golpe publicitario enorme para la revista y que nunca había visto
nada parecido. Ah, sí, se me olvidaba: una decena de chicas me han dejado sus
números de teléfono. Tenía usted razón, estamos en el paraíso de la pilila. Y
debemos saber cuándo utilizar esa información en el momento oportuno."
miércoles, 2 de octubre de 2013
Te espero entre poesías.
Vuelven las cenas a base de tabaco, las noches sin dormir y el escribir sin tener nada que contar. La adicción a un buen libro a falta de drogas a las que engancharme; cansancio inesperado e imaginación desbordada. Risas hipócritas, enlatadas. Vivir pendiente del maldito reloj, tener una botella de cerveza como prolongación de mi mano. Que pasen las horas demasiado deprisa, no saber en qué mundo vivo. Añorar tu olor a mezcla de marihuana y vodka. Enterrar toda una vida en una maleta y luego abandonarla. Apuntes por ordenar de una vida llena de rutina, todo un mundo por recorrer.
Tengo mono de algo que jamás he tenido, no sé. Mejor voy a por un café.
Tengo mono de algo que jamás he tenido, no sé. Mejor voy a por un café.
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