lunes, 14 de octubre de 2013

Acción, reacción, repercusión.

Perdiendo trenes acabamos los de siempre: los tardones, los de las excusas, los que siempre llegan últimos y se marchan primeros. Y es que somos animales que siempre vuelven pese a la tormenta, que tropezamos dos, tres e incluso cuatro veces con la misma piedra; y cabezotas, somos más tercos que una mula. Que nos rompemos demasiado la cabeza para obtener finales que, ni de lejos, serán perfectos, y mucho menos nos servirán para algo. Porque la vida tiene un precio demasiado alto si la disfrutas mal; pero, al fin y al cabo, qué más da.
Pobre del que pretenda decir que somos sanos.

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