miércoles, 27 de febrero de 2013

Sudor y polvo.


Si no fuera porque soy un poco menos gilipollas que eso creería que todo cuanto me rodea es fruto de una paranoia de algún Ente aburrido en su dimensión y sin diosas a las que hacer gemir entre sudor y polvo milenario.

¿Qué nos ha pasado, o mejor, qué nos dejó de pasar; cuándo empezaron los silencios a ser tan incómodos, tan vacíos de significado? Por lo general sólo me gustan dos tipos de silencio: los que preceden a un beso y los que se llenan con una mirada, y jamás llegamos a tener ninguno de los dos. Me gustaba cuando sin estar a mi lado me secabas las lágrimas con tus palabras actuando de pañuelo. Me gustaban los mil y un planes que pasábamos horas imaginando a sabiendas de que muchos de ellos jamás llegarían a cumplirse. Me gustaba tu canción favorita, ahora tendré que pasarla al grupo de “canciones prohibidas” junto a todas las demás; qué triste es privarse de la buena música, ¿verdad? Me gustaba cuando, sin previo aviso, tirabas de mi mano para empujarme hacia ti y me abrazabas muy muy fuerte, como si no quisieras soltarme nunca, o eso creía yo.

Nunca me ha gustado tu absurdo sentido del humor, pero ahora creo que lo hecho en falta. Hecho, con h de héroe, con h de hernia, con h de hecatombe.


martes, 12 de febrero de 2013

ARTiculate.

Cada nuevo abril no puedo evitar acordarme de cómo decías que dejáramos de lado las cicatrices del pasado mientras tu dedo recorría mi espalda para justo después cogerme de la mano y empezar a tararear las notas de 'Where did all the love go?'.

¿Sabes qué pasará? Que el día menos pensado cogeremos el primer tren hacia Barcelona con lo puesto, tú con tu tabaco y yo con mi guitarra, justo como Sid y Nancy, y nos perderemos por entre las obras de Gaudí mientras me lanzas pequeñas pero cariñosas pullas por mi pedantería al hablar de mi gran ídolo. Correré como una cría por las Ramblas mientras el sol se refleja en mi pelo lanzando destellos dorados y poco a poco tú me irás perdiendo de vista, pero como sabes, el protagonista de mi libro favorito dice que cuando se pierda le busquen en una estación de tren. ¡Bum! Estamos en París, con cafés en las manos mirando el escaparate de Tiffany's, aunque sabes que eso no me hace ni la mitad de feliz que estar en un transatlántico rumbo a América, aunque sea con trágico final.

Así es como imagino nuestra vida, de aquí para allá, rodeados de nuestro "arte" favorito, porque una vida se recuerda a golpes, a saltos, y así es como quiero recordarnos.

sábado, 2 de febrero de 2013

-Alright, she will carry on-


Eh, ¿te conozco? Ah, sí, ya me acuerdo de ti, yo solía quererte. También solíamos ser amigos, nos contábamos todo lo que dos críos de 15 años pueden contarse mientras nos fumábamos cigarros creyéndonos los más malos de este planeta. ¿Qué es de tu vida? Espera, ¿por qué debería importarme? ¿Acaso la mía te importó alguna vez? No, claro que no, a ti sólo te importaba una persona, y obviamente no era yo; espero que no sigas tan estúpido. No has cambiado nada, sigues con la misma carita de no haber roto un plato en tu vida, pero a mí ya no me engañas, que aunque creas que jamás llegué a conocerte sí llegué a ver qué se esconde tras esa mirada triste y verdosa con esa particular chispa de rebeldía. ¿Te sorprende que todavía recuerde el color de tus ojos? Que tengo buena memoria es algo tan característico de mí como el tono de mi piel, pero a ti jamás te importó ni un ápice nada que no tuviera que ver contigo.

Aunque no lo creas me ha alegrado saber de ti, pero sólo un poco, por saciar la curiosidad; pero ya se sabe: la curiosidad mató al ratón, y yo podría haber vivido en paz con ésa eterna duda.