Siento como el tiempo
pasa, demasiado rápido para mí. En apenas 30 días estaré a esta misma hora en
una mesa comportándome como una señorita y bien vestida deseando feliz navidad
a todo el mundo. Apenas una semana más tarde empezando un nuevo año, muy probablemente
con las arterias llenas de alcohol y los pulmones de marihuana. En seis meses,
graduándome, acabando los estudios en un sitio para, tres meses más tarde,
empezarlos en otro diferente y marchándome de esta asquerosa ciudad con gente
de pueblo, tomando las riendas de mi vida.
Remitiendo a una metáfora
que no sé ni de dónde he sacado pero que, imagino, existirá, la vida es como un
tren sin rumbo. En ese tren yo no quiero ir en ningún vagón, ni en el de los
ricos ni en el de los pobres, ni en el de los afortunados ni en el de los desdichados,
yo quiero ir encima de él, en el tejado, tirada de cualquier manera viendo las
nubes, el pelo enredándoseme por el viento, las gafas de sol en los ojos
para no cegarme con la visión del sol.
Cuando el tren pase por
un puente agacharé la cabeza, pero luego la volveré a levantar; no quisiera
perderme el atardecer después de todo un día mirando las nubes.
"Perquè vull, perquè tinc ganes d'estimar..."