viernes, 29 de marzo de 2013

No quiero un universo de cartón.


Eh, que sigo viva, no os creáis que he olvidado esto; prometí a un yo que ya no existe que mientras pudiera lo mantendría vivo y aquí estoy. No sé demasiado bien qué decir, casi todo lo que hay aquí escrito va sobre mi vida, y ahora mismo ésta es una perversa mujer llamada Monotonía que apura los últimos tragos de una copa bien cargada mientras se golpea el muslo con la mano al ritmo de vete-tu-a-saber-qué-canción.
Ya no me quedan uñas en las manos; desde que tengo memoria me las muerdo y siempre lo he tomado como uno de esos vicios imposibles de dejar, como el leer hasta las tantas de la madrugada y sólo parar cuando los ojos ya no me permiten continuar, pero estoy empezando a pensar que viene por algo más. ¿Estúpido, verdad? Diecinosecuantos años haciendo una cosa sin razón alguna. Así soy yo. Os he contado eso por alguna razón, pero ya no recuerdo cuál.

¿Es normal que la primera palabra que me ha venido a la cabeza en este mismo instante sea 'hecatombe'? Me encanta esa palabra, no sé muy bien porqué, tal vez porque me recuerda a alguien, ahora mismo no sé con seguridad a quién pero seguro que hay alguien, siempre lo hay.

Hace apenas unas horas íbamos mi mejor amiga y yo con unas cervezas de más cogidas de la mano y cantando a todo pulmón (la única forma auténtica de cantar en mi opinión) “Te quiero, revoltosa” por en medio del paseo cuando han pasado por nuestro lado un grupo de chicos más o menos de mi quinta y uno de ellos nos ha gritado: “¡Qué bonito es el amor!”. ¿No creéis que, solamente por eso vale la pena enfrentarse a las miradas de la gente; que, aunque no sea exactamente aplicable a nuestro caso, no vale la pena que, de entre el bullicio y el escándalo que hay un día de vacaciones por el paseo central de una ciudad, un grito con un mensaje como ése sobresalga entre los demás?

Tampoco sé muy bien a qué ha venido esto, pero ya no me podéis  decir que no intento mantenerlo vivo contándoos mi mierda de vida que, por razones que no alcanzo a comprender, algunos de vosotros disfrutáis leyendo. Quién sabe, igual estáis tan locos como yo  y amáis leer cualquier cosa con una mínima concordancia y que no pretenda ofender a nadie.