martes, 10 de julio de 2012

Filosofía.


Una de las pocas cosas que recuerdo de mis clases de Filosofía era la división de almas que hacía un filósofo cuyo nombre ni me acuerdo. Separaba las almas de las plantas de la de los animales y los humanos argumentando que la primera sólo necesitaba alimentarse, reproducirse y crecer; alma vegetativa creo recordar que se llamaba. En cuanto a la segunda, alma sensitiva, necesitaba lo mismo que la primera añadiendo la aparición de la sensibilidad y el movimiento. Y la última, la racional, añadía además la llamada “intelectualidad”, que caracteriza a los seres humanos.

Tal vez esto, aparte de algo más sobre el concepto de democracia y la utilidad de la religión, sea lo único que he aprendido en una clase que, cuando no durmiendo, me pasaba mirando por la ventana.

¿Que a qué viene esto? No lo sé ni yo, sencillamente me ha venido a la cabeza.

Y cada día al despertar despiertan raíces que se mueven, buscando algún otro lugar.


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