lunes, 26 de marzo de 2012

Hoy mismo he tenido envidia de la felicidad de otra persona. Suena despreciable, lo sé, pero yo lo veo como algo natural. ¿Podemos acaso evitar sentirnos así? Yo al menos no puedo. Y no creo que tenga por qué hacerlo, tampoco.
¿Que me gustaría ser así de feliz, tener ese nerviosismo y el cosquilleo en el estómago de quién está empezando una nueva relación? ¿Y a quién no? Podría decir cien… que digo cien, ¡mil ejemplos de personas!, y aún me quedarían más por nombrar.
Ahora es cuando añado una última frase que zanja el tema para que quede bonito, pero no tengo nada más que decir.
Sencillamente lo dejaré así, inacabado, en espera de que ocurra algo que me haga poner el punto y final.

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