sábado, 24 de marzo de 2012

Sobre grifos y decisiones.

Estoy viendo cómo pasan los minutos, lentamente, aunque más rápido de lo que me gustaría.
No soporto estar encerrada, menos aún con el tic-tac del reloj sobre mí, esa presión que me indica que el tiempo sigue avanzando, que aunque yo esté aquí fuera todo sigue su curso.
Son casi las cinco de la mañana y no tengo nada que escribir, toda mi mierda está en forma de escritos que he hecho esta mañana. He pensado y creo que estoy lista para decidir, con o sin su ayuda; ahora mismo ya no me importa, o quiero creer que no me importa.
He decidido seguir adelante, entre otras cosas. No estancarme en un mismo arroyo, habiendo ríos, mares e incluso océanos enteros por recorrer, intentar abarcar más de lo que tengo, querer coger más de lo que tengo entre mis manos. Ni yo misma sé lo que significan esas palabras, confío en saberlo por la mañana.
O no. Tal vez sean esa clase de cosas que te pasan por la cabeza en un momento dado y que nunca llegas a saber qué quieren decir.
¿Nunca habéis pensado el trayecto que tiene que recorrer una gota de agua que cae desde el grifo hasta llegar al mar? No, nunca nos paramos a pensarlo, porque no nos importa, lo único que tenemos en cuenta es que el mar siempre está lleno y de nuestro grifo siempre sale agua.
Nos conformamos con lo que tenemos, y en cierta manera hacemos bien, puesto que la avaricia rompió el saco, ¿pero y si pudiéramos aprovechar y llenar el saco hasta antes de que se rompiera?

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