Llevo hora y media haciendo unos apuntes que muy
probablemente no me estudie. ¿Para qué? Para intentar subir una media tirando a
mediocre, para intentar recuperar un curso ya perdido, para salvar lo que queda
de año en un último mes. Como siempre lo dejo todo para el final, qué típico en
mí.
Hace tiempo que me di cuenta de que estaba perdiendo el año,
pero no ha sido ahora, cuando te has ido, que he empezado a pensar si de verdad
quiero continuar así. Lo único bueno que puedo verle a todo esto es que tengo
más tiempo para estudiar, sólo falta que sea capaz de aprovecharlo. Mi insomnio
opina que no.
Cada semana espero con impaciencia el viernes, las salidas
de cañas; tal vez por las risas, tal vez por la cerveza en sí, o un poco de las
dos. Las cosas están cambiando rápidamente, pero no para mí, mi mundo sigue
completamente igual, salvo por el detalle de que cada vez estás más lejos de
él. Espero, de verdad, que seas capaz de abrir los ojos, que te des cuenta de
que tu castillo de naipes se tambalea, y que a la más mínima ráfaga de viento
caerá arrastrando todo a su paso.
¿A quién puede molestar un gramo de satisfacción?
No hay comentarios:
Publicar un comentario