jueves, 19 de abril de 2012

Rutina.


Después de toda una larga tarde, aparece el sueño. Dormir pronto para así al día siguiente no parecer salida de una película de terror. Apago la luz.
Cuál es mi sorpresa al ver que mi cabeza no está dispuesta a relajarse por una noche, si no que me invade de pensamientos, de preguntas para las que no tengo respuesta. Darle vueltas a las cosas una y otra vez mientras mis ojos se resisten a cerrarse a pesar del sueño.
Siete y cuarto de la mañana, suena el despertador. Cinco minutos más, pienso. Cinco que al final se convierten en diez. Me visto, me preparo las cosas para irme a clase y me tomo el café, todo de forma mecanizada, la clase de acción que repites cada día y para la que ya no piensas. Hoy mi cabeza no está en su sitio; no es que esté en las nubes, es que me he salido ya de la atmósfera.
Salgo de casa, la música suena en mis oídos y es lo único que quiero escuchar. Camino lentamente hasta clase, pues aún me queda bastante tiempo para llegar. Miro a mi alrededor, como una niña pequeña a la que llevan a un lugar desconocido, a pesar de que lo que veo son las mismas casas de siempre, y probablemente hasta la misma gente. Una cara conocida. Me mira, la miro. Giramos la cabeza. Una de las personas a quiénes consideraba de mis mejores amigas. Consideraba, que es pasado. Ahora amiga. Os sigo considerando mis amigos no por lo que somos, si no por lo que hemos sido. Es un pensamiento que me pasa muy a menudo por la cabeza últimamente, y que por lo visto es recíproco.
Sigo caminando, las notas de una canción resuenan en mis oídos. Miro el reloj, debería acelerar el paso o llegaré tarde.
Entro a clase, mis compañeros se giran para ver quién entra y luego vuelven a sus conversaciones. Me acerco a mi sitio, no quiero parar la música, quiero que sea la única que me hable en estos momentos. Pero tengo que pararla. En ese momento  se me viene todo encima: las voces de la gente, mis compañeros hablándome, el sueño perdido de la noche anterior. Sonrío y hago como si les estuviera escuchando, aunque mi cabeza está repitiendo las notas de la última canción que he escuchado.
Miro por la ventana; el cielo está nublado. Pienso en lo feliz que sería encima de una nube.

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